Los Gigantes, la Senyera y los Niños

El arquitecto Xavier Busquets era amigo del pintor Pablo Picasso y, cuando ganó el concurso para construir la nueva sede del Colegio de Arquitectos, tuvo un pensamiento: pedirle una obra para la fachada. Picasso se animó y dibujó tres cartones, uno para cada una de las calles donde daría el nuevo edificio: Arcos, Capellans y la plaza Nueva. Para el primero hizo el friso de los Infantes, para el segundo dibujó el friso de la Senyera, con una alegoría de los grupos de Sant Medir y los coros de Clavé, y para el tercero, que era el central, el friso de la Alegría, con bailes populares y las palmas de Domingo de Ramos. También hizo dos dibujos más para el interior de la primera planta del nuevo edificio colegial. Fue como si evocara los días de su juventud. El 15 de octubre de 1960 los cartones con los dibujos estaban listos. Picasso sugirió el nombre del artista noruego Carl Nesjar para realizar la obra, ya que había hecho algo parecido con dibujos suyos para el edificio del gobierno en Oslo. El trabajo se realizó sobre piedra negra de basalto cubierta por hormigón. El chorro de arena que Nesjar proyectó con furia sobre el hormigón dejaba al descubierto las líneas negras que conformarían el friso de Picasso. Nesjar tardó seis meses en terminar la obra, que también se vio envuelta de polémica, apenas inaugurada en mayo de 1962. Una versión no desmentida habla de una visita del arquitecto Busquets, vestido con el uniforme de la División Azul, al obispo de Barcelona para detener las críticas de la Iglesia, fundamentadas a tolerar la obra de un comunista ateo -Picasso- en la misma plaza de la catedral. La polémica se fue apaciguando con el tiempo. El friso fue restaurado el invierno de 2001 y Nesjar volvió para contar la historia vivida.