Homenaje a la Mutua Escolar Blanquerna (1924-1939)

Al trozo de acera ancha que queda entre la calle del Portal de Santa Madrona y la calle de la Mina, se puso en 1998 un monumento promovido por antiguos alumnos de la Mutua Escolar Blanquerna. El monumento, obra de Nuria Tortras, está realizado muy en la línea habitual de esta escultora. Una niña con faldas tumbada en el suelo lee un libro mientras que, en el otro extremo, un niño con la cartera de escuela en la espalda sube a una de las tres grandes funcione enlazadas que forman el cuerpo central del monumento. Las figuras, fundidas en bronce, están situadas sobre una larga base escalonada de piedra. Los aros eran el emblema de Blanquerna. Representan los tres niveles de enseñanza que impartía: el parvulario y la enseñanza primaria eran simbolizados por un aro de color rojo; la enseñanza secundaria de chicos, llamado Academia Monturiol, por un aro azul, y la enseñanza secundaria de chicas, llamado Academia Elisenda, por uno amarillo.

Este trozo de acera forma parte, junto con lo que hay al otro lado de la calle del Portal de Santa Madrona, de una plaza fuerza teórica que había sido bautizada con el nombre de Blanquerna. Al otro lado de la calle, a ras de la pared posterior de las Atarazanas, había que ir a parar el Gato del escultor Botero tras un periplo por otros lugares de la ciudad.

Tanto el nombre de la plaza como la instalación del monumento fueron una petición hecha al Ayuntamiento por parte de la asociación Blanquerna, formada por antiguos alumnos y algún profesor superviviente. La Asociación fue quien financió la obra. La escultora, Núria Tortras, ex alumna de Blanquerna, hizo la obra sin cobrar nada. Anteriormente, la asociación Blanquerna había puesto una lápida en la fachada del que fue su centro escolar, actualmente el Instituto Menéndez y Pelayo, en la Vía Augusta. La lápida la hizo Rafael Solanich, que había sido profesor de arte de Blanquerna.

La Mutua Escolar Blanquerna, creada en 1924, tuvo como objetivo principal la creación de un centro de enseñanza en la Vía Augusta, donde concentró los tres niveles de enseñanza que ofrecía. El edificio se inauguró en 1932, construido según planos de Jaume Mestres. Pero, disuelta la Mutua en 1939 por su carácter catalanista, el Instituto fue incautado por el Estado, que trasladó las clases del Menéndez y Pelayo que habían estado antes en una torre de la calle de Muntaner.