Fray Bernat de Boïl

En monumentos conmemorativos de cierta envergadura es frecuente que, junto con el personaje homenajeado, aunque a un nivel inferior, aparezcan representaciones de figuras relacionadas con su trayectoria. Tal y como hizo notar Carlos Reyero en un estudio sobre la escultura conmemorativa en España, algunas de estas figuras o grupos, colocados generalmente en el pedestal, en principio parecen subsidiarios, por lo menos desde el punto de vista formal, por su situación en un nivel más bajo. Sin embargo, pueden funcionar como figuras principales para que, incluso, tienen más relevancia plástica y visual que la figura conmemorada y sobre todo porque contribuyen a explicar el verdadero valor simbólico del conjunto monumental. Este es el caso de los grupos escultóricos emplazados en la base de la columna del monumento a Cristóbal Colón.

Teniendo en cuenta que el programa iconográfico del monumento patente una clara intención de reivindicar la presencia de Cataluña en la aventura del descubrimiento y la colonización de América, es lógico que tengan una importancia relevante los personajes catalanes que, de una u otra , estuvieron relacionados con los viajes de Colón al continente americano.

Concretamente, la figura que ahora nos ocupa corresponde al diplomático, ermitaño de Montserrat y vicario apostólico de las Indias Occidentales fray Bernat de Boïl, nacido hacia el 1445 y muerto entre 1505 y 1507. Siendo abad comendatario de San Miguel de Cuixà. Boil, acompañó Cristóbal Colón en su segundo viaje a América. Es representado de pie y vestido con sotana, en actitud de catequizar un indígena americano. La figura semiajaguda los pies del eclesiástico y besando una cruz, resulta inequívoca, no solo por las plumas que lleva alrededor de la cabeza, sino también por los rasgos aborígenes del rostro.

El realismo convencional que manifiesta este grupo, esculpido en piedra de Alicante, no quita mérito a su autor, Manuel Fuxà, que, además de ser un técnico muy competente, fue uno de los escultores más prolíficos de la época de la Restauración. Se trata de un realismo formal, ya que el escultor, lógicamente, por razones cronológicas, hizo una interpretación ficticia.